Test de Turing vs Bomba H: ¿Qué amenaza más nuestro futuro?
HistorIA
Hoy comienza HistorIA, una serie de entradas de este blog que repasarán más de 20 hitos de la historia de la inteligencia artificial desde 1950 hasta nuestros días. Puedes ver todas las publicadas hasta la fecha aquí. ¡Vamos allá con HistorIA!
1950: El test de Turing y la bomba de hidrógeno: Un año de ciencia y dilemas éticos
En 1950, Turing presentó el germen de la IA con su test, mientras el presidente Truman ordenaba la producción de la bomba H. ¿Qué hito resulta más peligroso a día de hoy?
El test de Turing. Primer hito en la historia de la inteligencia artificial
En 1950, Alan Turing, matemático británico y pionero de la computación, planteó una de las preguntas más intrigantes de la historia: "¿Pueden las máquinas pensar?". En su artículo "Computing Machinery and Intelligence", Turing propuso lo que hoy conocemos como el "Test de Turing", un experimento diseñado para evaluar si una máquina podía imitar el comportamiento humano hasta el punto de que una persona no pudiera distinguir si estaba interactuando con otro humano o con una máquina.
Aunque el término "inteligencia artificial" no fue acuñado hasta 1956, cuando John McCarthy lo introdujo durante la Conferencia de Dartmouth, el Test de Turing fue el germen de lo que posteriormente se convertiría en el campo de la inteligencia artificial. La relevancia del test radica en que abrió una nueva forma de pensar acerca de las máquinas, no solo como herramientas para realizar cálculos, sino como posibles entidades capaces de procesar información y tomar decisiones de manera autónoma.
Los ordenadores eran enormes y lentos
En ese momento, los ordenadores eran muy distintos a los dispositivos que conocemos hoy. Eran enormes máquinas que ocupaban habitaciones enteras, como el ENIAC (Electronic Numerical Integrator and Computer), que medía más de 30 metros de largo y pesaba alrededor de 27 toneladas. Estos colosos tecnológicos, aunque primitivos para los estándares actuales, ya eran capaces de realizar complejas operaciones matemáticas, pero no se parecía en nada a los ordenadores personales o móviles de hoy. Funcionaban con tubos de vacío, y su capacidad de almacenamiento era extremadamente limitada. Sus principales aplicaciones eran en el ámbito militar y científico, donde se usaban para realizar cálculos de trayectoria balística o en investigaciones relacionadas con la energía nuclear.
Los años de la guerra fría y la bomba de hidrógeno
Mientras Turing introducía estas revolucionarias ideas sobre las capacidades de las máquinas, el mundo también se encontraba en un momento de grandes tensiones geopolíticas. El 31 de enero de 1950, el presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, ordenó la producción de la bomba de hidrógeno (bomba H), un arma mucho más poderosa que la bomba atómica. Esto marcó un punto álgido en la carrera armamentística de la Guerra Fría. Mientras Turing abría las puertas al futuro de la inteligencia artificial, el mundo se encontraba inmerso en la creación de un arma capaz de destruir ciudades enteras.
Ambos hechos reflejan los contrastes de 1950: por un lado, la ciencia estaba avanzando hacia la creación de máquinas inteligentes, y por otro, se desarrollaban armas cada vez más destructivas. Estos eventos nos hacen reflexionar sobre el poder dual de la tecnología: su capacidad para mejorar la humanidad o, por el contrario, ponerla en peligro.
La amenaza o la esperanza de la singularidad
Hoy, más de 70 años después, surge una nueva pregunta: ¿Qué será más peligroso para la humanidad en el futuro, la bomba de hidrógeno o la posible llegada de la "singularidad"? La singularidad es la idea de que las máquinas alcanzarían un nivel de inteligencia tan avanzado que superaría la capacidad humana en todos los ámbitos, lo que llevaría a un punto en que el progreso tecnológico sería incontrolable y, tal vez, irreversible. Si bien la bomba H representa una amenaza inmediata y tangible, la singularidad plantea preguntas sobre el futuro de la humanidad. ¿Qué sucedería si las máquinas llegaran a ser más inteligentes que nosotros? ¿Podríamos seguir controlando su desarrollo, o la tecnología podría llegar a volverse una amenaza existencial?
El dilema de 1950 sigue siendo relevante: el futuro de la humanidad dependerá de cómo utilicemos nuestras creaciones tecnológicas, ya sea para nuestro bienestar o para nuestra destrucción.
Aunque el test de Turing se considera el primer hito en la historia de la IA, no fue hasta seis años después que se acuño dicho término. ¡Pero eso ya es otra HistorIA!
Comentarios
Publicar un comentario