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IA y sesgos: ¿Pueden las máquinas ser más justas que nosotros?

Mosaico de caras de diferentes razas representando la gran diversidad que se debe contemplar para evitar los sesgos por motivos de raza.


IA vs Humanos: ¿Quién tiene más sesgos? La verdad sobre los prejuicios


Cuando pensamos en inteligencia artificial (IA), solemos imaginar máquinas imparciales, capaces de tomar decisiones objetivas. Sin embargo, la realidad es que estas herramientas no son perfectas: también tienen sesgos. Pero antes de alarmarnos, hagamos una pausa para reflexionar: ¿por qué nos preocupa tanto el sesgo en las máquinas mientras pasamos por alto los prejuicios que todos llevamos dentro?


¿Qué son los sesgos en la IA?

Los modelos de IA generativa, como ChatGPT o MidJourney, aprenden a partir de grandes cantidades de datos que representan el mundo tal como es (o como ha sido). El desafío surge cuando estos datos contienen prejuicios preexistentes, que la IA inevitablemente aprende y reproduce. Veamos tres ejemplos fundamentales:

1. Sesgo demográfico: Imagina que entrenamos una IA para reconocer caras, pero usamos un conjunto de datos donde el 90% de las imágenes son de personas blancas. El resultado: la IA tendrá dificultades para identificar correctamente rostros de personas negras o asiáticas.

2. Sesgo de género: Cuando le pedimos a un modelo generativo que describa profesiones como "cirujano" o "CEO", tiende a asumir que son hombres, mientras que para "enfermera" o "secretaria" asume que son mujeres. Esto refleja los sesgos presentes en los datos de entrenamiento.

3. Sesgo temporal: Pensemos en una IA que genera textos basados en libros antiguos. Si esos textos reflejan ideas obsoletas (como roles tradicionales de género), la IA podría perpetuar esas mismas ideas.


Soluciones prácticas a los sesgos en IA

Los desarrolladores implementan estrategias concretas para combatir estos problemas:

1. Diversificación de datos: Por ejemplo, Microsoft y Google han creado conjuntos de datos específicamente diseñados para incluir una representación equilibrada de diferentes grupos demográficos.   

2. Poner límites a las respuestas a través de filtros y directrices éticas: Las empresas implementan "guardarraíles" que previenen que la IA genere contenido sesgado. OpenAI, por ejemplo, ha programado a ChatGPT para rechazar peticiones que promuevan estereotipos negativos.

3. Probar y corregir mediante auditorías de sesgo: Antes del lanzamiento, se realizan pruebas exhaustivas con diferentes grupos demográficos para identificar y corregir sesgos potenciales.


El espejo incómodo: nuestros sesgos humanos

Los sesgos humanos son más sutiles y, por tanto, más peligrosos. Investigaciones recientes han documentado casos reveladores:


  • En el ámbito médico, estudios demuestran que las pacientes mujeres esperan en promedio 13 minutos más que los hombres para recibir atención en urgencias por el mismo nivel de dolor.
  • En procesos de contratación, los currículums con nombres tradicionalmente asociados a minorías étnicas reciben un 50% menos de llamadas para entrevistas, incluso con idénticas cualificaciones.
  • En el sistema judicial, las sentencias pueden variar hasta un 35% según la hora del día en que se dictan, debido al cansancio del juez.


¿Es peor el sesgo humano o el de una máquina?

Aquí hay un debate interesante. Por un lado, las personas tienen la capacidad de reflexionar y superar sus prejuicios con el tiempo. Por otro lado, la IA solo cambia si alguien la reentrena (y esto no ocurre automáticamente). Pero hay algo importante: los sesgos humanos suelen ser invisibles y difíciles de medir, mientras que los algoritmos pueden auditarse y mejorarse. 

Un ejemplo práctico: en procesos de selección laboral, se ha demostrado que los algoritmos pueden ser más justos que los humanos porque ignoran factores irrelevantes como el género o la edad. Sin embargo, si el algoritmo está mal diseñado desde el principio (por ejemplo, si aprende de currículums donde históricamente se contrató más a hombres), puede perpetuar esas injusticias.

¿Qué podemos aprender de todo esto?

En lugar de enfrentarnos al dilema "máquinas contra humanos", quizás deberíamos buscar lo mejor de ambos mundos. La IA puede ayudarnos a detectar patrones injustos en nuestras decisiones (como identificar discriminación en sentencias judiciales), mientras nosotros trabajamos para mejorar nuestras propias actitudes. 

Al final del día, la lucha contra los sesgos no es solo un problema técnico; es un desafío ético y social. Las máquinas reflejan lo que somos como sociedad. Si queremos construir herramientas más justas, primero debemos mirarnos al espejo y trabajar en nuestras propias imperfecciones. Este artículo no pretende dar respuestas definitivas, sino invitarte a reflexionar: ¿qué hacemos mejor como humanos? ¿Y dónde necesitamos ayuda tecnológica? Porque quizá la clave esté en aceptar que ni nosotros ni las máquinas somos perfectos... pero juntos podemos avanzar hacia un mundo más justo.


La verdadera pregunta es: ¿cómo podemos trabajar juntos para superar nuestros sesgos y crear un mundo más equitativo?

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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Esperaba con ganas este tema =). Estoy bastante de acuerdo con lo explicado. Los sesgos de máquinas son los mismos que los nuestros puesto que aprenden de nosotros. Creo que lo más importante es ser conscientes de la existencia de los mismos y tomar la medidas necesarias. Considero que las decisiones de las máquinas deben ser revisadas por humanos y que nosotros podemos aprender mucho de ellas.

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